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―El Señor y el rey que ha ungido son mis testigos —declaró Samuel— de que no pueden acusarme de haberles robado.

―Sí, son testigos —contestaron.

―Fue el Señor quien designó a Moisés y a Aarón y sacó de Egipto a nuestros antepasados —continuó Samuel—. Ahora, permanezcan de pie delante del Señor mientras les hago un recuento de los beneficios que él nos ha hecho a nosotros y a nuestros antepasados, y de lo mal que le hemos respondido:

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